Frente a las costas turcas se halla una de las perlas del Dodecaneso, la espléndida isla de Kos. Además de por la variada oferta cultural y sobre todo arqueológica, Kos enamora a viajeros de todo el mundo gracias a su naturaleza incontaminada y a sus maravillosas playas.
Los amantes del surf y de los deportes acuáticos pueden dirigirse a la zona septentrional de la isla, golpeada siempre por el viento e ideal para quien quiere practicar el kitesurf, vela y windsurf, además de submarinismo en sus ricos fondos marinos.
Si por el contrario preferís una tranquila vida de playa, entonces la costa meridional, reparada y que se rebaja suavemente en el mar, es lo que buscáis.
Podréis elegir entre la playa de Agios Stefanos, indicada para familias gracias a la presencia de bares y restaurantes, y la espléndida Therma con una insólita arena negra y caracterizada por revitalizante agua caliente gracias a la presencia de manantiales que emergen de las rocas volcánicas bajo el nivel del mar: el agua se queda atrapada en una piscina natural rodeada por grandes rocas, con una temperatura de 42 grados.
No os perdáis tampoco la playa de Marmari con suave arena dorada, Paradise beach, preciosa y caracterizada por agua baja y tranquila, y Kefalos, una playa larguísima con una panorama impresionante sobre un islote romántico y un maravilloso mar turquesa.
La playa de Agios Teologos se encuentra en una de las zonas más incontaminadas de la isla: poco frecuentada, es de una belleza impresionante y regala panoramas de postal gracias a sus calas escondidas entre las rocas que amparan una mar de ensueño, quizás también a causa de la pendiente de los senderos que es necesario recorrer para llegar a ellas.
Por último, Cavo Paradiso es contemporáneamente la playa de más difícil acceso, pero también la más bella. Es necesario seguir durante media hora, un sendero que sale de la iglesia de Aghios Ioannis y cuyo estado empeora mano a mano que se avanza, pero el esfuerzo será apliamente recompensado por una vista sin precedentes. Os encontraréis frente a un aténtico paraíso, una paleta natural de colores: el mar se tiñe de diferentes variantes de azul que brilla al sol mientras que la arena pasa del blanco al rosa encantando a los viajeros.